sábado, 11 de enero de 2014

Recordando aquellas historias... la literatura folclórica


Al corro de la patata
comeremos ensalada,
lo que comen los señores,
naranjitas y limones
Alupé, alupé,
sentadito me quedé.


Hace un par de semanas me encontré cantando y bailando esta canción con el hijo de una amiga. Si no me agaché veinte veces no me agaché ninguna. Y el niño cada vez brincaba más, entre risas y palmas, bailando en forma de círculos y cogiéndome rápidamente de la mano, mientras yo (oh cielos, me hago mayor) presentía unas futuras agujetas que me destrozarían el fin de semana.

Estoy segura que todos vosotros conocéis la canción, aunque con diferentes versiones. Mismamente, si ponéis en youtube “el corro de la patata”, os salen infinidad, como por ejemplo, ésta:


Gracias a las agujetas, estuve recordando la canción varios días. Y es que yo, de pequeña, también la bailaba y cantaba con mis amigas en el patio del colegio. Y el caso es que no recuerdo cómo la aprendí o quién me la enseñó. Lo que sí sé es que no nos la enseñó la profesora, y tampoco tengo el recuerdo de que fueran mis padres. O quizás sí. Y si sigo siendo sincera, creo que es la primera vez que pongo la letra por escrito.

Esta pequeña reflexión personal me lleva a las tres características básicas de la literatura folclórica, y que a mi modo de ver son el eje fundamental de toda la reflexión: el anonimato, la oralidad y multiplicidad de variantes. Al hijo de mi amiga le enseñó la canción su madre. Pero ella no es la autora, porque todos los presentes conocíamos la canción de mucho antes. Y estoy segura que mi abuela también la cantaba en el colegio. No sabemos quién es su autor, pero lo cierto es que la canción pasa de boca en boca y de patio en patio. Eso sí, se transmite de forma oral, cantándola. Ninguna de mis amigas nos pusimos de pequeñas a copiar las canciones que cantábamos. Bastante poco tiempo teníamos de recreo como para “perderlo en tonterías”. Y lo que decía un poco más arriba, seguro que cada uno la canta parecida, pero en alguna otra versión. Estas son las características de la literatura folclórica, que se repiten en todos los textos que nos vamos encontrando.

Aunque hay una característica fundamental que aparece en los apuntes de la profesora Irune Labajo, y que no se enmarca dentro de estas tres más importantes: los textos folclóricos son para contar y cantar, los textos de autor, para leer. En una de las presentaciones de Irune Labajo, “Simbología de los cuentos folclóricos” , aparecen perfectamente reflejados los beneficios de la narración oral, entre los cuales destacaría que ayuda a desarrollar la comprensión lectora, que repercute en la psicología y en los estados de ánimo del auditorio, permite la identificación con personajes y situaciones, ayuda a descubrir el propio yo y permite la elaboración de juicios sobre el contenido y la forma del texto.

Es importante tener presente, como futuros docentes de Educación Primaria, la literatura folclórica como método pedagógicos pues posee innumerables recursos y temáticas que ayudan al niño a expresarse, mejorar su creatividad, aprender nuevas palabras e incluso conocer parte de la historia pasada y formar parte de ella. Tras analizar los apuntes e información buscada en internet, creo que a la literatura folclórica no se le da toda la importancia que merece. No se trata de dejar a un lado el folclore, ni de creer erróneamente que todo el folclore es algo de niños. De lo que se trata es de acercar esa literatura tradicional al niño, adaptándola a las características que tienen hoy en día, que son muy distintas a las de los niños de la época de Perrault.

Pero si vamos al principio, y no al principio de los tiempos ni a la primera persona a la que se le ocurrió una cancioncita pegadiza, sino que vamos al principio de la vida de un niño, nos encontramos con las nanas y retahílas. Estas cancioncitas es prácticamente lo primero que escucha un niño, y, como afirma Vygotsky, son fundamentales en los procesos verbales de los más pequeños.


Y si adelantamos unos pocos años más, y tratamos de visualizar a una mini María Rosa con el pelo rizado y vestidito, jugando en el patio a la comba o a pillar... la veremos cantando y bailando. Quién me iba a decir a mí que todas esas cancioncitas que entonábamos en el patio del colegio, como “pito pito gorgorito”, “Antón Pirulero”, “escondite inglés” y tantas otras, formarían parte de la tradición popular, y más aún, de la literatura folclórica.

Pero siempre que trato de hacer memoria, todo esto era aprendido fuera de clase, no dentro. Eso sí, recuerdo una semana que el colegio dedicó a los juegos tradicionales. Y jugábamos en el patio a la rana, la rayuela... todo esto no formaba parte de la literatura pero sí de la tradición. Teníamos que preguntar a padres y abuelos por juegos típicos de sus tiempos, y llevarlos a la práctica en el colegio. Recuerdo aquello como algo muy divertido. Bien se podría hacer algo así con cuentos o canciones, poesías, adivinanzas, refranes... la literatura da para tanto... Y como profesora, amplío la reflexión: … y muchas veces hay tan poco tiempo...

Hasta ahora sobre todo hemos hablado de la literatura folclórica en verso, que tiene lugar cuando los niños son más pequeños, y las melodías, las rimas, los sonidos, ayudan a su aprendizaje y estimulación. Incluso ese “absurdo argumental” que muchas letras tienen. Nunca nos hemos parado a pensar en los mensajes que transmitían. Y ahora, a mi edad, tampoco he querido hacerlo. Le quitaría toda la gracia.

Conforme el niño va creciendo, los cuentos van ganando terreno. Y aquí entramos en el mundo de la prosa. Los niños comienzan a conocer fábulas, cuentos y leyendas. Sobre todo, lo que los niños más escuchan (hablando de la tradición oral) son los cuentos. Muchos de ellos comienzan y terminan con las mismas estructuras, y cuyos motivos y personajes son muy similares, pero no por ello menos atractivos. Los cuentos ayudan a los niños a identificarse con uno u otro personaje, a querer ser como ese héroe que salva a la dama, o a empatizar más con la madrastra. Y también les ayuda a decidir, a actuar, a ser. Los cuentos ayudan a los niños en todo lo relacionado con la creatividad, imaginar otros finales o continuaciones. Qué pasará si paso la hoja, cómo acabará el libro...

Grandes recopiladores y escritores, que a todos nos suenan, son Perrault, los hermanos Grimm o Andersen. Cuentos brillantes que todos conocemos. Pero... como decíamos anteriormente... ¿valdrían para los niños que tenemos hoy en nuestras aulas? Aquí llega el tema de la adaptación. Siempre y cuando se mantenga el esquema, el simbolismo y los personajes más importantes y sus motivos de actuación, la historia se podrá adaptar, modificando personajes, lugares, tiempos...

Y el teatro... ese gran olvidado... para mi gran desconocimiento, no sabía que el teatro de marionetas y títeres lo incluímos dentro de la literatura folclórica. En mi trastero, guardadas en alguna caja llena de polvo, todavía conservo marionetas hechas tanto en clase como en casa. Las más simples con un calcetín y mucha imaginación, y alguna algo más elaborada, con tela y un par de palos. Me encantaba. En las últimas fiestas de Burgos, de casualidad, pasé por una plaza en la que habían montado un gran teatrillo de marionetas. Y los niños, embelesados, seguían con atención los juegos y movimientos de esos trozos de tela que frente a sus ojos cobraban vida. Eso era espectáculo, era creación, era... magia. Eso es lo que se consigue. Y qué poco lo tenemos presente. Algo a tener en cuenta y recordar para el futuro. 

Ya como conclusión... quizás una conclusión personal, que me llevo planteando desde que cogí los apuntes de la literatura folclórica por primera vez (y fue hace tiempo, aunque publique el artículo ahora...), tan sólo (con tilde) he hablado de la importancia de estos textos para los niños, pero como profesora de Secundaria que soy, también le veo múltiples posibilidades y opciones para llevar al aula con adolescentes. Ahora me toca mover ficha a mí y llevarlo a mi propia clase. Y las conclusiones... en futuras entradas. 


Para leer cuentos de Perrault, Andersen o los hermanos Grimm...


Bibliografía y webgrafía

Labajo, Irune (s.f.). Módulo docente: Bloque “Literatura folclórica” y “Simbología de los cuentos folclóricos”.

http://www.elhuevodechocolate.com/  Esta web la he conocido gracias al blog de Mónica, http://enloszapatosdekoreander.blogspot.com.es y me ha parecido muy interesante.

Y como buena burgalesa y castellanoleonesa, os enseño esta web, que muchos de vosotros ya conoceréis, por iniciativa de la Fundación de la Lengua Española, que nos enseña muchos cuentos populares grabados por voces de Castilla y León.




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