Al corro de la patata
comeremos ensalada,
lo que comen los señores,
naranjitas y limones
Alupé, alupé,
sentadito me quedé.
Hace un par de semanas me encontré
cantando y bailando esta canción con el hijo de una amiga. Si no me
agaché veinte veces no me agaché ninguna. Y el niño cada vez
brincaba más, entre risas y palmas, bailando en forma de círculos y
cogiéndome rápidamente de la mano, mientras yo (oh cielos, me hago
mayor) presentía unas futuras agujetas que me destrozarían el fin
de semana.
Estoy segura que todos vosotros
conocéis la canción, aunque con diferentes versiones. Mismamente,
si ponéis en youtube “el corro de la patata”, os salen
infinidad, como por ejemplo, ésta:
Gracias a las agujetas, estuve
recordando la canción varios días. Y es que yo, de pequeña,
también la bailaba y cantaba con mis amigas en el patio del colegio.
Y el caso es que no recuerdo cómo la aprendí o quién me la enseñó.
Lo que sí sé es que no nos la enseñó la profesora, y tampoco
tengo el recuerdo de que fueran mis padres. O quizás sí. Y si sigo
siendo sincera, creo que es la primera vez que pongo la letra por
escrito.
Esta pequeña reflexión personal
me lleva a las tres características básicas de la literatura
folclórica, y que a mi modo de ver son el eje fundamental de toda la
reflexión: el anonimato, la oralidad y multiplicidad de variantes.
Al hijo de mi amiga le enseñó la canción su madre. Pero ella no es
la autora, porque todos los presentes conocíamos la canción de
mucho antes. Y estoy segura que mi abuela también la cantaba en el
colegio. No sabemos quién es su autor, pero lo cierto es que la
canción pasa de boca en boca y de patio en patio. Eso sí, se
transmite de forma oral, cantándola. Ninguna de mis amigas nos
pusimos de pequeñas a copiar las canciones que cantábamos. Bastante
poco tiempo teníamos de recreo como para “perderlo en tonterías”.
Y lo que decía un poco más arriba, seguro que cada uno la canta
parecida, pero en alguna otra versión. Estas son las características
de la literatura folclórica, que se repiten en todos los textos que
nos vamos encontrando.
Aunque hay una característica
fundamental que aparece en los apuntes de la profesora Irune Labajo,
y que no se enmarca dentro de estas tres más importantes: los
textos folclóricos son para contar y cantar, los textos de autor,
para leer. En una de las presentaciones de Irune Labajo,
“Simbología de los cuentos folclóricos” , aparecen
perfectamente reflejados los beneficios de la narración oral, entre
los cuales destacaría que ayuda a desarrollar la comprensión
lectora, que repercute en la psicología y en los estados de ánimo
del auditorio, permite la identificación con personajes y
situaciones, ayuda a descubrir el propio yo y permite la elaboración
de juicios sobre el contenido y la forma del texto.
Es importante tener presente, como
futuros docentes de Educación Primaria, la literatura folclórica
como método pedagógicos pues posee innumerables recursos y
temáticas que ayudan al niño a expresarse, mejorar su creatividad,
aprender nuevas palabras e incluso conocer parte de la historia
pasada y formar parte de ella. Tras analizar los apuntes e
información buscada en internet, creo que a la literatura folclórica
no se le da toda la importancia que merece. No se trata de dejar a un
lado el folclore, ni de creer erróneamente que todo el folclore es
algo de niños. De lo que se trata es de acercar esa literatura
tradicional al niño, adaptándola a las características que tienen
hoy en día, que son muy distintas a las de los niños de la época
de Perrault.
Pero si vamos al principio, y no
al principio de los tiempos ni a la primera persona a la que se le
ocurrió una cancioncita pegadiza, sino que vamos al principio de la
vida de un niño, nos encontramos con las nanas y retahílas. Estas
cancioncitas es prácticamente lo primero que escucha un niño, y,
como afirma Vygotsky, son fundamentales en los procesos verbales de
los más pequeños.
Y si adelantamos unos pocos años
más, y tratamos de visualizar a una mini María Rosa con el pelo
rizado y vestidito, jugando en el patio a la comba o a pillar... la
veremos cantando y bailando. Quién me iba a decir a mí que todas
esas cancioncitas que entonábamos en el patio del colegio, como
“pito pito gorgorito”, “Antón Pirulero”, “escondite
inglés” y tantas otras, formarían parte de la tradición popular,
y más aún, de la literatura folclórica.
Pero siempre que trato de hacer
memoria, todo esto era aprendido fuera de clase, no dentro. Eso sí,
recuerdo una semana que el colegio dedicó a los juegos
tradicionales. Y jugábamos en el patio a la rana, la rayuela... todo
esto no formaba parte de la literatura pero sí de la tradición.
Teníamos que preguntar a padres y abuelos por juegos típicos de sus
tiempos, y llevarlos a la práctica en el colegio. Recuerdo aquello
como algo muy divertido. Bien se podría hacer algo así con cuentos
o canciones, poesías, adivinanzas, refranes... la literatura da para
tanto... Y como profesora, amplío la reflexión: … y muchas veces
hay tan poco tiempo...
Hasta ahora sobre todo hemos
hablado de la literatura folclórica en verso, que tiene lugar cuando
los niños son más pequeños, y las melodías, las rimas, los
sonidos, ayudan a su aprendizaje y estimulación. Incluso ese
“absurdo argumental” que muchas letras tienen. Nunca nos hemos
parado a pensar en los mensajes que transmitían. Y ahora, a mi edad,
tampoco he querido hacerlo. Le quitaría toda la gracia.
Conforme el niño va creciendo,
los cuentos van ganando terreno. Y aquí entramos en el mundo de la
prosa. Los niños comienzan a conocer fábulas, cuentos y leyendas.
Sobre todo, lo que los niños más escuchan (hablando de la tradición
oral) son los cuentos. Muchos de ellos comienzan y terminan con las
mismas estructuras, y cuyos motivos y personajes son muy similares,
pero no por ello menos atractivos. Los cuentos ayudan a los niños a
identificarse con uno u otro personaje, a querer ser como ese héroe
que salva a la dama, o a empatizar más con la madrastra. Y también
les ayuda a decidir, a actuar, a ser. Los cuentos ayudan a los niños
en todo lo relacionado con la creatividad, imaginar otros finales o
continuaciones. Qué pasará si paso la hoja, cómo acabará el
libro...
Grandes recopiladores y
escritores, que a todos nos suenan, son Perrault, los hermanos Grimm
o Andersen. Cuentos brillantes que todos conocemos. Pero... como
decíamos anteriormente... ¿valdrían para los niños que tenemos
hoy en nuestras aulas? Aquí llega el tema de la adaptación. Siempre
y cuando se mantenga el esquema, el simbolismo y los personajes más
importantes y sus motivos de actuación, la historia se podrá
adaptar, modificando personajes, lugares, tiempos...
Y el teatro... ese gran
olvidado... para mi gran desconocimiento, no sabía que el teatro de
marionetas y títeres lo incluímos dentro de la literatura
folclórica. En mi trastero, guardadas en alguna caja llena de polvo,
todavía conservo marionetas hechas tanto en clase como en casa. Las
más simples con un calcetín y mucha imaginación, y alguna algo más
elaborada, con tela y un par de palos. Me encantaba. En las últimas
fiestas de Burgos, de casualidad, pasé por una plaza en la que
habían montado un gran teatrillo de marionetas. Y los niños,
embelesados, seguían con atención los juegos y movimientos de esos
trozos de tela que frente a sus ojos cobraban vida. Eso era
espectáculo, era creación, era... magia. Eso es lo que se consigue.
Y qué poco lo tenemos presente. Algo a tener en cuenta y recordar
para el futuro.
Ya como conclusión... quizás una
conclusión personal, que me llevo planteando desde que cogí los
apuntes de la literatura folclórica por primera vez (y fue hace
tiempo, aunque publique el artículo ahora...), tan sólo (con tilde)
he hablado de la importancia de estos textos para los niños, pero
como profesora de Secundaria que soy, también le veo múltiples
posibilidades y opciones para llevar al aula con adolescentes. Ahora
me toca mover ficha a mí y llevarlo a mi propia clase. Y las
conclusiones... en futuras entradas.
Para leer cuentos de Perrault, Andersen o los hermanos Grimm...
Bibliografía y webgrafía
Labajo, Irune (s.f.). Módulo docente: Bloque “Literatura folclórica” y “Simbología de los cuentos folclóricos”.
http://www.elhuevodechocolate.com/ Esta web la he conocido gracias al blog de Mónica, http://enloszapatosdekoreander.blogspot.com.es y me ha parecido muy interesante.
Y como buena burgalesa y castellanoleonesa, os enseño esta web, que muchos de vosotros ya conoceréis, por iniciativa de la Fundación de la Lengua Española, que nos enseña muchos cuentos populares grabados por voces de Castilla y León.
Estupendo artículo :)
ResponderEliminarMuchas gracias!
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