sábado, 11 de enero de 2014

Adaptación del cuento "Toda clase de pieles" de los hermanos Grimm


Abrigo invernal

Había una vez, en un maravilloso y lejano lugar, un reino rodeado por una muralla de grandes árboles. Este reino poseía unas riquezas sin igual, lleno de hermosos jardines con fuentes, cascadas y pequeños riachuelos, caminos con exóticas flores y bosques alegres y bien cuidados. Las gentes de este reino vivían felices, pues sus reyes eran bondadosos y justos. Todos trabajaban y recibían buenos sueldos. Los reyes se llamaban Fernando y Alicia. Su amor era por todos conocido. Un amor tierno y cálido. Un amor verdadero. Y un día, el gran regalo llegó en forma de hija: Sofía. Una jovencita alegre y risueña, morena como su padre, pero con los ojos color miel como los de su madre. Era encantadora e inteligente, la princesita de sus padres. Estaba muy unida a ellos, pero sobre todo a su madre, con la que pasaba largas horas jugando y leyendo.

Pero un día, Alicia enfermó. Sofía era pequeña, pero sabía que algo no iba bien. Su padre la consolaba, diciéndola que todo se iba a solucionar, pero los días pasaban y Alicia empeoraba. Un día, casi sin poder hablar, Alicia llamó a Fernando y a su hija a la habitación. Había preparado dos últimos deseos. Para Sofía tenía un regalo, un recuerdo: dos pulseras de oro, con los nombres de ambas grabados en ellas. Una era de Alicia, y la otra era un regalo. “Al llevarlas contigo, siempre que las mires, te acordarás de mí”. Sofía rompió en sollozos en el regazo de su madre. A su marido le dijo que no se preocupara, que ella estaría bien, y que debería casar a su hija con alguien de la nobleza que pudiera mantener la felicidad de su hija.

Cuando murió, el rey Fernando se sumió en la más terrible de las tristezas, olvidando, por mucho tiempo, a su joven hija. Su carácter empeoró, y su aspecto físico desmejoró por completo. Comenzó a ser un rey tirano e insolente, lo que provocó furia en el reino. Y Sofía, la adorada hija, dejó de ser tal, pasando a convertirse casi en alguien invisible para su padre.

Sofía tuvo que comenzar a aprender diferentes labores: limpieza, cocina, costura... lo que más le gustaba era tejer. Tejía día y noche, hacía bufandas, gorros, guantes, jerseys...

Un día, su padre la llamó a sus aposentos, para sorpresa de la joven muchacha, que con el paso de los años, se había compertido en una princesa muy bella, manteniendo esos hermosos ojos color miel de su madre. Fernando, con largas barbas, y arrugas en la piel, la dijo: “hija, ya he decidido un marido para ti, cumpliendo con la voluntad de tu madre. En cinco meses, cuando cumplas 18 años, te casarás con Mustafá, rey de Oriente, rico y poderoso.” “Padre – contestó ella entre sollozos – Mustafá es viejo y tirano, nunca le amaré, y él nunca me amará a mí”.

Pero la decisión ya había sido tomada, y en cinco meses, al entrar el invierno en el reino, Sofía debería convertirse en la esposa del poderoso rey de Oriente. Conocida esta noticia, a Sofía no le quedó más remedio que tomar la decisión más triste de su vida: alejarse del reino y de su padre. Todavía disponía de cinco meses para llevar a cabo su plan. Como en el momento de su cumpleaños llegaría el frío invierno, decidió ponerse a tejer un abrigo. Un abrigo gordo y largo, que la protegiese del terrible invierno que se aproximaba.

Sofía tejía sin descanso, de día y de noche, porque cada vez estaba más cerca el día de su dieciocho cumpleaños. La noche anterior a la llegada del temido día, Sofía finalizó su plan: la confección de un abrigo para escapar de palacio y poder soportar las frías temperaturas invernales. De esta manera, entrada la oscura noche, Sofía escapó de palacio, provista con un simple vestido, su abrigo, y las dos pulseras puestas en su muñeca.

Pasaron varios días en los que la joven muchacha caminó sin descanso, protegiéndose de vientos, lluvias y nieves. Soportó temperaturas bajo cero gracias a su abrigo, pero finalmente, la fatiga pudo con ella, y se desplomó rendida en la nieve. Unos cazadores la encontraron y, como estaba desmayada, la llevaron a su casa. Tras un día descansando, Sofía despertó, y los hombres la preguntaron su nombre, pero ella, por miedo a ser reconocida (ya que no sabía dónde estaba) dijo, al ver su abrigo sobre una silla, que se llamaba Abrigo invernal. Los hombres, extrañados, no preguntaron más. Le dijeron que podría quedarse si hacía las labores del hogar, ya que ellos eran cuatro hermanos que vivían solos en la casa. Sofía aceptó, cualquier cosa sería mejor que convertirse en la esposa de aquel terrible rey. La casa era humilde, aunque el calor de la leña en la chimenea, las cortinas suavemente bordadas y los muchos libros que dormían en las estanterías hacían entrever la presencia pasada de alguna mujer en la casa.

Pasaron los días, y a Sofía le extrañaba ver sólo a tres hermanos, pero nunca preguntó por el cuarto. Pero un día, un joven apuesto, moreno y de pelo revuelo, apareció por la puerta. “¡Julián! -exclamaron los tres hermanos al unísono- por fin has vuelto”. Nada más entrar, Julián vio a Sofía a lo lejos en la cocina, y sus miradas se cruzaron. Los ojos color miel y los ojos color negro azabache conectaron en unas milésimas de segundo.

Los días fueron pasando, y poco a poco Julián y Abrigo invernal pasaron cada vez más tiempo juntos. Hablaban de muchas cosas, ya que Julián había viajado mucho y conocía grandes y hermosos lugares. Y nuestra protagonista, siempre ocultando quién era, le contaba historias y relatos que había leído en los libros y que recordaba de su madre.

Hora tras hora, minuto tras minuto, segundo tras segundo, se fueron enamorando. Un día, Julián le dijo el último lugar en el que había estado: un reino gobernado por un rey sumido en la tristeza. Un rey que en otros tiempos había sido bueno y generoso, pero que, tras perder a su mujer y a su hija, se había convertido en un tirano y había mandado al traste al reino. En ese momento, Abrigo invernal rompió a llorar. Cuando logró calmarse, Sofía se descubrió la muñeza, que siempre tapaba con la manga de su camisa, y le enseñó las dos pulseras con los nombres grabados.

Soy yo, su hija, que escapé por miedo a una boda horrible”. Julián no daba crédito, pero se mostró firme: “Cásate conmigo, yo te protegeré siempre”.

Julián y Sofía celebraron una boda sencilla pero llena de amor. Sofía le regaló la pulsera en la que estaba grabado su nombre, y mandó grabar también el de Julián en ella. Ella conservó la de su madre.

Tiempo después, los dos viajaron nuevamente al reino. Fernando, al ver a su hija, corrió hacia ella y rompió a llorar. Sofía imploró su perdón, y le explicó todo a su padre. Tras algún tiempo, el rey logró recapacitar y perdonar, y abdicó, en favor de su hija y de su marido.

Finalmente, el esplendor volvió al reino... por muchos, muchos años.

Y colorín colorado, esta historia se ha acabado. 



Cambios realizados en la historia


Para realizar la adaptación del cuento de los hermanos Grimm, he intentado mantener la estructura inicial, aunque realizando ciertos cambios:

  • la reina no muere en el parto, sino que tiene la oportunidad de pasar los primeros años de vida de su hija con ella, por lo que la niña tiene tiempo para conocerla y quererla.
  • El padre cambia su forma de ser tras la muerte de su amada esposa, fruto de la pérdida de la persona que más quería en el mundo. Llega a olvidarse de su hija, a quien trata muy mal.
  • He eliminado la parte del incesto, ya que no creo conveniente ese giro de los acontecimientos para niños, y he añadido al personaje de Mustafá, rey del lejano Oriente, describiéndolo como alguien a quien una joven nunca podría llegar a amar.
  • La joven Sofía no le pide deseos a su padre, sino que emplea el tiempo que Fernando le da, los cinco meses antes de ser mayor de edad, para planear su huída.
  • He eliminado la parte de los vestidos, ya que me parecía demasiado largo y no necesario para mi historia.
  • La parte del abrigo la he cambiado, ya que no es el rey el que lo manda confeccionar, sino que es Sofía la que lo teje, con el objetivo de no pasar frío. El abrigo me parece uno de los ejes fundamentales en el cuento inicial, y lo he querido mantener, pues da nombre (al igual que el primero) al cuento.
  • Sofía no acabará en otro palacio, sino en una casa humilde, para hacer más cercanas a los niños todo tipo de realidades.
  • Sofía y Julián se irán enamorando poco a poco, siempre manteniendo el contacto, no como el Toda clase de pieles, que todo sucede mediante los objetos.
  • He querido cambiar el final, permitiendo la reconciliación del padre con su hija. Es importante que los niños vean en la historia el valor del perdón y de la familia.
  • Finalmente, el reino vuelve a tener unos reyes buenos y justos.

Edad a la que va dirigida la historia

Por la longitud de texto, y el tipo de historia, creo que los niños pequeños se cansarían al principio, y son muchas las cosas que suceden. Creo que la mejor edad será la de 11-12 años, es decir, niños de tercer ciclo de Primaria, pues a esta edad no les resultará difícil seguir la historia, y podrán entender la personalidad de todos los personajes, y el porqué de las diferentes situaciones.
 

3 comentarios:

  1. Me ha gustado tu historia María Rosa, creo que has mantenido a la perfección parte de la estructura de "Toda clase de Pieles". Una muestra de ello es que dejas entrever la astucia que la princesa tiene al decidir emplear el tiempo que la falta en tejerse un abrigo que la sirva en su próposito. También es fundamental mantener la huida de la princesa, una huida en contra de su voluntad pero a la que se ve obligada. En el caso de "Toda clase de pieles" huye para no casarse con su padre y en esta huye porque no desea casarse con alguién al que jamás amara. El inicio (huida), el nudo (ser descubierta) y el final (el amor triunfa) también se ajusta a la perfección con la estructura dada.

    Sin embargo creo que el papel de los regalos/recuerdos es muy importante y ha de tener mayor protagonismo. Al igual que el uso del abrigo que en el cuento de "toda clase de pieles" le sirve para ocultar su verdadera imagen, mostrando así una doble personalidad de la princesa. Estos pequeños detalles quizas los he echado en falta, por supuesto es tan solo una opinión personal.

    Por lo demás genial, he disfrutado mucho con su lectura y por la capacidad que has mostrado para describir con mucho detalle tanto a los personajes como los lugares, lo cual me ha servido para adentrarme más en la historia. ;)

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  2. Muchas gracias por tu comentario, siempre viene bien que alguien te critique las cosas buenas y las que hay que mejorar. ¡Me lo apunto!

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  3. Bueno... te iba a decir lo mismo que te ha dicho Verónica sobre los regalos que la protagonista utiliza para interesar a su amado... Por lo demás solo me queda recordarte que la transmisión de este texto debe ser oral, por lo que la longitud no es tanto problema.. aunque estoy de acyuerdo en todo lo demás que comentas sobre la edad de los receptores.
    Está muy bien.

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